A propósito del lanzamiento de su nuevo disco “The Car”, hablamos con Alex Turner y Matt Helders.

 

 

Los Arctic Monkeys crecieron, es innegable, y se siente. Por más de que estén sobrepasando la mitad de sus 30, la banda se siente adulta, grande, madura y más punk que siempre. 

Los adelantos de su nueva producción discográfica, “The Car”, se sintieron como si David Bowie hubiera reencarnado en cada uno de ellos (sobre todo en Alex), y se hubiera instalado en alguna escena de Stanley Kubrick o Christopher Nolan. 

There’d Better Be A Mirrorball, Body Paint y I Ain’t Quite Where I Think I Am, llegaron con un sonido profundo, melancólico, doloroso y golpearon los corazones rotos de todos sus fanáticos, los de ayer, que esperaban canciones tan guitarreras como Teddy Picker; y los de hoy, que encuentran en ellos ese lugar alejado de ruido y cercano a la quietud del desamor.

“The Car” es el séptimo disco de Arctic Monkeys y le rinde cuentas a una historia que durante 16 años, desde el “Whatever People Say I Am, That's What I'm Not” del 2006, han estado persiguiendo (y viviendo) Alex Turner, Matt Helders, Jamie Cook y Nick O'Malley

Hoy a Turner no le importa si su música es comercial o no (tal vez nunca le ha importado). Hoy solo le importa intercambiar guitarras por violines y cantar sobre una melodía nostálgica de piano algún recuerdo reciente de cuando el amor lo golpeó.

Alejandro Marín habló con Alex Turner y Matt Helder, en Los Ángeles, y esto fue algo de lo que le contaron: